Pasé como 15 años viendo fútbol inglés, y de todas las divisiones oye.
Equipos buenos, malos, regulares, peores, mejores. Nunca oí hablar de política.
Rarísima vez vi una afición volver en contra de su equipo, menos contra un
jugador en particular. Vi un subir y bajar de afluencia de público, dentro de
unos límites normales. Discutimos si debe jugar este o aquel. Pero todo hincha teníamos en común, en
nuestros corazones, el sueño de un equipo ganador. Y todos en común que las
disputas eran para el bar, que bajarse era una infidelidad, y que criticar,
balón en juego, era contribuir al fracaso de todos. Nos entendíamos.
Comulgábamos.
El otro día comiendo con unos amigos, y comentando cosas varias, entre política,
fútbol, el Real Murcia, las razones de las crisis, me dijo que una de las
razones más evidentes del desastre, la corrupción generalizada y el vacío de la
grada, era que “los españoles no tenemos valores”. No puedo estar de acuerdo
con esa generalización. Existe la típica bipolaridad del español. Barça –
Madrid. PP – PSOE. Creo que por cada corrupto sinvergüenza, hay una persona que
trabaja y contribuye, sin esconder nada y teniendo claro que el bienestar
general es importante y se paga a partes proporcionales, y a gusto. Yo soy de
esos. Pero en el fútbol, en el fútbol….¿qué quieres que te diga oye?
No hay valores. Nos vendemos, vamos a lo fácil, abandonamos en el momento
de necesidad, y nos apuntamos cuando va bien. En tiempos de éxito somos el copón,
pero cuando el equipo está mal, desaparecemos.
Los que no vamos, exigimos entradas económicos, el club cede y los pone,
pero no los compramos porque hace frío, o el horario no nos gusta, o porque el
estadio está a tomar por culo. Hay impaciencia enfermiza. Hay que ganar ya,
fichar ya, subir ya y golear ya, todo
esto sin mi apoyo, ya que hasta que no está todo hecho, yo no me sumo ni me esfuerzo.
Y cuando se logra, me quejaré de los precios y demandaré eso del buen juego
como lo hace el Madrid o el Barcelona.
La mayoría de los que vamos, demandamos cantera, sale un jugadorazo (Kike)
y en lugar de cariño y apoyo recibe nuestra crítica y mofa. Nos pasamos el
partido comiendo comida de pájaro, ni presionamos, ni animamos, y solo somos
capaces de levantar la voz cuando hay que pedir la cabeza de alguien y crear
mal ambiente. Nos creemos la cantinela de los que no se enteran, aquello de que
“la grada no marca goles”. Creemos que los pocos incondicionales, esa minoría cada
vez más reducida, son los que deben comulgar con el resto. Para lo negativo.
Con lo a gusto que se puede comulgar para lo positivo. Transmitir ánimo y
confianza. Llevar el volandas. Empujar. Lo que nunca hemos hecho en Murcia, y allí
está la historia con las consecuencias.