¿Tienes
sentido de comunidad? ¿Conciencia social? ¿Que a los de tu alrededor les importa?
¿A ti te importa? ¿Crees que nos importa una mierda los demás?
Dar un
paseo por tu barrio. Por cada 100 metros
de acera, contar cuantas cacas de perro encuentras. Intentar recordar cuantas
veces has visto a un vecino, amo de un perro, recoger la mierda de su mascota y
tirarlo correctamente. Rememorar aquella ocasión cuando alguien paró en un paso
de peatones para dejarte pasar. Esquivar la basura acumulada. Maldecir cuando
pisas un chicle. Blasfemar cuando te tropiezas en un pavimento en descuido.
Sentir piedad por ese perro abandonado.
En la
tienda o supermercado, pensar en las ocasiones que has visto a un fresco intentar saltar la cola, así,
sutilmente, mientras esperabas. Cuando conduces, recordar cuanto te enfadas porque
la mayoría no son capaces de utilizar los intermitentes, o como las redondas
son un chaos total. Mirar boquiabierto cuando una chavala de veintialgunos te
hace la peineta por simplemente intentar delicadamente cambiar de carril.
Esperar con paciencia y tener en cuenta que solamente las repúblicas bananeras
y dictaduras ponen controles de policía sin aparente razón. O tienen Policía
militar en la calle, ya que estoy. Sonreír irónicamente mientras ese otro
conductor a quien has dejado paso pasa olímpicamente de ti – ellos y su día
obviamente son mucho más importantes que tú y el tuyo (el otro día intercambié
saludos corteses con otro conductor. Casi me dio por pararle y darle un abrazo,
tal es la rareza de estos pequeños gestos de compañerismo).
Mirar para
arriba cuando entras en un wáter, al ver que algún guarro lo ha dejado hecho un
asco. Donde trabajo, he limpiado detrás de otros. Solo pensar en que alguien
puede entrar detrás de mi y pensar que el guarro que ha dejado el desastre soy
yo, me obliga a ello.
Esconder la
Mirada cuando repiten aquella milonga de
que tenemos una sociedad que contribuye a las caridades (España ocupa el puesto
91 en “Índice mundial de donación” – nivelado con Zimbabue y Congo). Retorcerse
al ver unos segundos de la espantosa y horrible serie de estupideces que ponen
en tele, cuyo fin parece ser la de lavar
el cerebro de una generación, y hacerles pensar que discutir maleducadamente es normal.
Avergonzarse
mientras vemos como más y más corrupción acaba sin castigo, ese porcentaje de
tu bien ganado dinerillo es desviado en sobres “B”, o despilfarrado en inútil asfalto
en aeropuertos innecesarios. Fruncir el ceño al ver como los totalitarios y megalómanos
que ostentan el poder en cualquier autoridad, barren para casa o como ricos
deportistas o artistas huyen a poner su residencia en Mónaco, demostrando tener
cero espirito público.
A nadie parece
importarle los demás. No es su problema.
¿Ninguna sorpresa
entonces, que los poderosos de la LFP son incapaces de confirmar las fechas y
horas en que se celebran los partidos, hasta solo unos días antes? ¿Ordenan
jugar partidos a mediodía a las 4 de la tarde en ciudades calorosos como Córdoba
o Murcia? Claro. ¿A quién le importa? No es como si ellos tuvieran que hacer
planes de viaje, presenciar el partido o correr bajo el sol ellos mismos.
¿Ninguna
sorpresa entonces, que Javier Tebas, presidente de la LFP, dijo esta semana que
“La Copa del Rey a doble partido da más garantías de que pasen los equipos
grandes”? ¿A qué no? ¿A quién le importa esos equipos pequeños?
Puedo maldecir,
blasfemar, gruñir, mirar boquiabierto, sonreír irónicamente, mirar para arriba,
esconder la mirada, retorcerme, avergonzarme y fruncir todo lo que quiero. Pero
no cambiara que el Sr. Tebas es solamente el reflejo de una sociedad, y no le importa absolutamente nada tu pequeño equipo de mierda. Exactamente igual que a
ti te importa el estado de tu acera.
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