Hoy daba asco salir a la calle para los seguidores de muchísimos equipos “normales” de España. Aquellos de equipos nobles, luchadores, en concurso o contra la pared, con serios problemas para salir adelante, pero que ni cuentan con el apoyo del propio pueblo cuyo nombre llevan con orgullo allí por donde vayan.
Hoy los que
dan la espalda a los que deben ser sus equipos, salen a la calle más futboleros
que nunca. Hoy toca pasear el chándal o camiseta del equipo ganador elegido. Gastar
cientos de euros en ropa deportiva, llaveros, cuadernos, mochilas y hasta
patatas fritas en bolsa con escudo ganador, está muy bien, pero ingresar10 o 15
euros en las arcas de tu club local, y darle su apoyo, es de perdedores.
Basta poner
la tele un ratico y ver por donde tiran los anuncios para saber a dónde apuntan
los que estudian la psicología del tema. Las marcas lanzan el “estamos contigo”
y el “no estás solo”…..dejan claro que lo que creen que tememos más es a
quedarnos solos y en ridículo. Hay que ir con la manada. Con el grande. Con el
de todos.
Lo extraño
del caso es que hay, en un porcentaje alto, un odio visceral al otro grande.
Odian las maneras, la política, un jugador. Odian al otro por ser lo que su
equipo es. Y viceversa.
Pues hoy era
un día de estos. De los 15 jugadores del equipo de fútbol 8 alevín de mi zagal que
jugaba su partido de liga a la misma hora que el clásico, sólo aparecieron 8.
Tuve que ir a comprar agua para los 2 equipos, ya que el que normalmente se
encarga de estas cosas, también estuvo missing. Las típicas excusas de comida familiar
que hay cuando del clásico se trata. Uno con chándal del Madrí (de los que
visitaban) iba informando a gritos del gol del Madrid, Benzema, a medio
partido. Ir casa y escuchar tracas y petardos en celebración de la victoria de
un equipo a más de 400 kilómetros sobre otro a más de 500. Coches pitando la
victoria del equipo de otros.Este es el ambiente que permite que la camiseta de uno o el chándal del otro se puede poner tranquilamente para un partido de segunda o segunda B. Dirán que soy un extremista, que ellos son libres para poner lo que les da la gana y seguir al equipo que más les gusta. Pero mira, yo soy de un sitio donde poner la camiseta del Manchester United en un partido entre, por ejemplo, el Torquay y el Orient es un insulto. Te iban a llover pescozones, y justamente. Además, ninguno pensaría por un momento ponérselo. Por vergüenza propia. Al igual que pueden pensar que soy extremista, un talibán, yo puedo pensar que un alto porcentaje de los blancoculé de provincias son unos palurdos, activos en el ninguneo y menosprecio a lo suyo. Su afición por lo grande y ganador deja al aire sus limitaciones. Futbolísticamente, no dan para más.
Día de
clásico, día para olvidarse del fútbol.
Foto : Hasta en las patatas y siempre de la mano. Nunca encontraras un producto de uno, sin estar el mismo producto del otro al lado.
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